El desarrollo de las fortificaciones de la Edad Moderna en la provincia de la Coruña viene de la mano de hechos históricos que afectaron, especialmente, su costa (el asedio a Coruña de Drake en 1589), pero también se relacionan con la situación político-social del Imperio hispánico. El siglo XVII, especialmente belicoso, llevó aparejado un rápido desarrollo y transformación de las mismas para proteger a los territorios del Imperio. La provincia tuvo un papel importante en este desarrollo, pues fue donde se situó la sed del Cuerpo de Ingenieros y Arquitectos Militares de Galicia. Dos de los cuatro centros de actuación gallegos más importantes se encontraban en ella: la Ría de Ferrol y el A Coruña.
El sistema defensivo moderno ferrolano se remonta a finales del siglo XVI, cuando las tierras costeras de Trasancos consiguieron un importante papel en el comercio marítimo durante la Edad Media. Con el descubrimiento de América y las posteriores luchas políticas por el dominio del Atlántico, Ferrol se convirtió en lugar estratégico, de resguardo y aprovisionamiento para las armadas de los reyes Austrias. Se decidió emprender un estudio para la creación de una infraestructura de apoyo en la ría, que albergaría el armamento necesario para acometer las expediciones. Se crearon hospitales, cuarteles y en Neda se fundaron las Casas Reales para fabricar el avituallamiento de los buques.
En 1588 la “Gran Armada” contra Inglaterra se aprovisionó en la ría. También las constantes amenazas a esta base naval forzaron el desarrollo de un sistema de fortificación sobre la boca de la ría del que forman parte los castillos de San Felipe (1589), Nuestra Señora de la Palma (1590), San Martín (1590). Luego se levantaron otras baterías costeras y algunas fortificaciones en el interior.
Felipe II mandó estudiar la costa y en 1580 ingenieros militares de la “Academia de Matemáticas” asumen el cometido, como Tiburcio Espanochi o Cristobal de Rojas. Precisamente Rojas (1598) propone una solución para “los fuertes que estén a la marina”. Este tipo de fuertes, situados sobre puntos sobresalientes controlando la entrada a la ría, tenían planta poligonal con dos partes diferencias: un frente abaluartado hacia tierra, con foso y glacis, y un frente de mar con una plataforma corrida con bocas de fuego y parapeto, modelo que se empleó en muchas de las baterías de la costa coruñesa.
Durante el siglo XVII, con Felipe III, se producirá la crisis de los grandes ingenieros, suplidos por jefes de los ejércitos con sedes en las provincias, como Juan Santans y Tapia [1639], proyectista de las defensas de A Coruña. Al largo de este siglo se realizan la mayor parte de las fortificaciones abaluartadas de Galicia, excepto el Ferrol ilustrado. Pero en A Coruña se concluye el Castelo de San Antón, el de Santa Cruz, el de San Diego, el de Valparaíso y San Amaro, y se moderniza la defensa medieval de la Ciudad Alta.
Esta actividad constructiva del XVII se relaciona con la situación de guerra prolongada que activó los puertos de la península, entre ellos los de A Coruña y Ferrol, que comienza en 1621 cuando remató la Guerra de los Doce Años, convirtiendo a Holanda en una de las potencias navales más hostiles al imperio español, añadiéndose en 1624 la declaración de guerra de Inglaterra, y en 1635 la de Francia, que pone en marcha un programa de agresión naval. En este contexto Felipe IV inicia un estudio de las costas y encarga en 1622 al cartógrafo Pedro Teixeira la “Descripción de España y de las costas y puertos de sus reynos” (1634), identificado los lugares para fondear, para el desembarco de las tropas enemigas, villas y lugares principales, defensas militares y murallas. Pone especial atención a Coruña y Ferrol y los espacios inmediatos como Ares-Pontedeume y Betanzos. En A Coruña diseña los baluartes y lienzos levantados tras el ataque de Drake entre 1593 y 1607. Mientras que destaca en Ferrol la protección de la villa por los altos montes derredor y la estrechez de la boca de la ría, lo que permitía la protección de los barcos fondeados en su fondo.
El siglo XVIII fue otro momento importante en el desarrollo de la fortificación de la ría y costa gallega, con motivo de la introducción de un nuevo concepto político y de gobierno de los Borbones. Coincidiendo con la consolidación de los ejércitos, asociado a la creación de los Estados Modernos, se crea el Ejército de Tierra y Marina de Guerra permanentes fundamentados en ideas ilustradas. En Ferrol se instituye el Departamento Marítimo del Norte con sede en la ría, así como una serie de Cuerpos profesionales. Se trataba de una operación de construcción y sostenimiento de una fuerza naval de buques altamente especializados para la guerra oceánica, precisando de arsenales y protección portuaria, para lo cual se eligió la ría de Ferrol por su idónea geografía. La experiencia de los ataques a Rande obligó a disponer baterías en los puntos salientes de la costa, y fortificar las playas en las que se realizaban los desembarcos (cómo en el caso de Doniños), o unir las zonas estrechas con una barrera (como la cadena entre los castillos de San Felipe y A Palma). En este contexto se perfeccionan el concepto de “batería colateral”, y se comienza el estudio para la defensa de toda la costa próxima de Ferrol, incluidos Ares y Doniños, y se renovará la plaza de Ferrol y el Arsenal que funcionará como ciudadela.
Estructura defensiva compuesta por bloques de piedra de mayor o menor tamaño, que rodea una torre o núcleo central, presentando uno o más accesos y siendo de altura variable. Su complejidad y entidad aumentan conforme se avanza en las formas arquitectónicas, pudiendo tener torres en medio, conocidos como torreones.
Estructura defensiva compuesta por bloques de piedra de mayor o menor tamaño, que rodea una torre o núcleo central, presentando uno o más accesos y siendo de altura variable. Su complejidad y entidad aumentan conforme se avanza en las formas arquitectónicas, pudiendo tener torres en medio, conocidos como torreones.