El mundo feudal

Comprender los castillos es entender también la época y condiciones en que se construyeron. Una fortaleza no es sólo la vivienda de un señor o la casa de un noble. Es un centro en el cual se relacionan las distintas gentes de un entorno; un grupo extenso que, en los inicios del tiempo de los castillos, se vinculaba entre sí de una forma muy concreta: la sociedad feudal. Pero no hay “un feudalismo”, sino varios; diferentes y desarrollados conforme a condiciones igualmente distintas.

Las muy ricas horas del Duque de Berry (1486)

En Galicia esta sociedad va tomando forma, lentamente desde el siglo IX. Una monarquía astur distante y una aristocracia gallega bien potente lo explican. Los reyes astur-leoneses no eran capaces aún de imponer las formas políticas, y no quedaba más que delegar capacidades en una aristocracia que, en Galicia, se había mantenido con toda su fuerza casi desde el siglo VIII, en el tiempo de los visigodos y con una invasión musulmana que apenas había afectado treinta años al noroeste. Esta aristocracia gallega altomedieval, con figuras como el conde Alvito, Odoario, Hermenegildo o los poderosos obispos y abades, como San Rosendo o Sisnando, son las autoridades políticas.

Emplazamiento del Castelo de Portomeiro ocupado durante los siglos VIII-IX.

Cuando llegan las invasiones vikingas en el siglo IX y en el X, son a ellos a quien recurre la población para defenderse. Y así, el grupo menos potente de la sociedad, el campesinado, empieza a vincularse como dependiente a las élites políticas, renunciando a derechos. No pueden abandonar un espacio determinado, no pueden poseer más de determinados elementos y no pueden ya asociarse a otro señor. No son esclavos, son siervos. A cambio reciben, tierras de trabajo, medios de producción, y seguridad: un señor que los protege. Por eso este primer feudalismo se hace cada vez más fuerte en el tiempo de las invasiones vikingas y musulmanas. Con su difusión, ya hacia el siglo XI, estas formas de vinculación empiezan a emplearse también entre la propia aristocracia y los más poderosos toman como vasallos a los menos. Así, poco a poco, dejamos de hablar de aristocracia para hablar ya de nobleza.

Torres del Oeste (Catoira)

Todo tiene al poder político como centro; y todo ello da lugar a formas de vida propias y maneras de ver el mundo particulares. Eso es el feudalismo en el Reino de Galicia; y en él, sí el poder político y la aristocracia/nobleza es central, el castillo es el edificio más representativo del grupo. Por una parte porque es su centro de residencia; seguro, amurallado, con torres y pasos de guardia. Lugar de vida cotidiana acomodada y de función militar evidente. Pero por otra porque es el símbolo de su potencia.

Castillo de A Nogueirosa (Pontedeume)

Los castillos medievales, sí nos fijamos, están en alto, en montes y oteros. Su vista domina el entorno siendo punto de referencia y desde ahí se avistan propiedades, tierras de labor, aldeas, villas o bosques, molinos y frutales. La población dependiente, en definitiva, y sus recursos. Esa es la característica de quien posee los enclaves: el dominio. Los castillos encierran el simbólico del feudalismo. Frente a sus murallas se firman documentos, se acuerdan tratos, se emiten juicios; y por supuesto, se libran batallas, se rinden ejércitos, se erigen señores. Bien lo conocemos en fortalezas de especial auge en la Edad Media como A Rocha Forte, Soutomaior, Castrizán, Vimianzo, Altamira o Naraío.

Ilustración del castillo de A Rocha Forte (Tumbo B, Catedral de Santiago).

Pero su sentido va más allá del mundo feudal, pues cuando cambia Galicia, mientras va mudando la sociedad hacia el siglo XV, los castillos, vigilantes de los entornos, continúan en el reino a tener un protagonismo singular: en cuanto al territorio y en cuanto al poder. Cambiarán las formas de los edificios e incluso las funciones, en una sociedad diferente, pero permanecen como testigos de la extensa e intensa historia del Reino de Galicia.

Muralla del castillo de Vimianzo.

Estructura defensiva compuesta por bloques de piedra de mayor o menor tamaño, que rodea una torre o núcleo central, presentando uno o más accesos y siendo de altura variable. Su complejidad y entidad aumentan conforme se avanza en las formas arquitectónicas, pudiendo tener torres en medio, conocidos como torreones.

Muralla del castillo de Vimianzo.

Estructura defensiva compuesta por bloques de piedra de mayor o menor tamaño, que rodea una torre o núcleo central, presentando uno o más accesos y siendo de altura variable. Su complejidad y entidad aumentan conforme se avanza en las formas arquitectónicas, pudiendo tener torres en medio, conocidos como torreones.